Las recientes acusaciones contra Íñigo Errejón suponen un punto crítico para el espacio político de la izquierda española. Este suceso, lejos de quedar en una simple dimisión, abre un debate más amplio sobre el rol de los liderazgos, el compromiso con los valores que defiende Sumar y el impacto de las decisiones estratégicas en la percepción pública.
Desde una perspectiva analítica, la pregunta central es: ¿será este escándalo un catalizador que impulse a Podemos, debilitando aún más a Sumar?
El peso del silencio en la estrategia política
Para los partidos de izquierda en España, el feminismo y la transparencia son, en principio, pilares fundamentales. Sin embargo, la forma en que se ha gestionado el caso de Errejón plantea dudas.
La renuncia de Errejón llega en medio de una tormenta de acusaciones de agresión sexual que comenzó a cobrar forma pública con las denuncias de la periodista Cristina Fallarás.
Este cúmulo de declaraciones, que implican a Errejón como agresor, era, al parecer, un secreto a voces en círculos periodísticos y políticos, pero un desconocido para la ciudadanía.
Las denuncias, que hoy abarcan a 11 mujeres e incluyen testimonios públicos como el de la actriz Elisa Mouliaá, señalan que las acusaciones habrían sido conocidas en ciertos círculos de Sumar y Más Madrid, pero acalladas en pos de preservar la imagen y la estabilidad del proyecto.
En política, el silencio puede ser una herramienta poderosa, pero sus matices son tan variados como sus motivaciones. Hay un silencio que respeta, que escucha a las víctimas, que acompaña sin presionar y que amplifica sus voces como y cuando ellas quieren. Luego, está el silencio que tapa, que preserva una imagen, que protege el poder, evitando a toda costa las fracturas internas.
El riesgo para Sumar es claro: que el electorado de izquierda interprete que se estaban encubriendo las agresiones y se perciba como una traición a sus principios fundacionales. La postura de ocultar estas situaciones puede resultar contraproducente en un espacio en el que los votantes suelen exigir coherencia ideológica y altos estándares éticos.
Sumar: la erosión de la credibilidad y el reto de la transparencia
Sumar inició el 2024 con una intención de voto cercana al 10%, pero la cifra ha caído al 7% según las últimas encuestas. Por su lado, Podemos, su competencia directa en este espectro, comenzó el año con un tímido 2% que ha crecido recientemente hasta un 3,5%.
En el Barómetro de octubre del CIS, de los votantes de Sumar del 23J: el 46% mantendría su apoyo, el 22% optaría por Podemos, un 11% elegiría al PSOE.
Un posible trasvase de votos de Sumar a Podemos ya parecía evidente, aunque lento, pero este caso puede acelerar el proceso de desgaste y la movilidad del voto.
Si su electorado entiende que Sumar ha sido tolerante con las agresiones sexuales de Errejón puede consolidar aún más esta tendencia descendente. Si bien una parte del electorado ha visto en este partido una alternativa a Podemos, la actual crisis puede cambiar las lealtades dentro del espacio de izquierda.
Desde una perspectiva estratégica, la manera en que Sumar gestione el caso será clave para su futuro. El hecho de que figuras de relevancia dentro de Más Madrid hayan sido mencionadas en estos testimonios como participantes del encubrimiento, sugiere una falla en el alineamiento del partido con los valores que proclama defender. Para recuperar la confianza, Sumar podría verse forzado a realizar un ajuste drástico en su dirección, cuadros y comunicación.
Podemos: la oportunidad de volver a consolidarse como referente
Mientras tanto, Podemos ha mostrado siempre una postura de firmeza en sus valores feministas, lo que, en este contexto, podría traducirse en una posición que atraiga a votantes desencantados con Sumar. La presencia de Irene Montero como líder y defensora de la igualdad de género brinda a Podemos una ventaja estratégica en la percepción pública y el relato.
En estas circunstancias, la imagen que proyecta Podemos respecto al feminismo, y que psicológicamente se extrapola al resto de sus valores, es de fuerza y coherencia. Sin embargo, la de Sumar queda como un partido falso y artificial, que defiende unos valores, pero que profesa otros.
Para Podemos, este es un momento crucial. Puede no solo captar los votos que pierde Sumar, sino consolidar una base de apoyo más amplia y leal. Una parte de votantes que lo abandonaron hace tiempo y que ahora vuelvan. Ahí aparece el reto de Podemos, el traducir esta situación en votos hacia su partido y no en un nuevo episodio de desafección en un espacio ya bastante quemado. Un espacio que solo necesita un escándalo como este para quedarse en casa y no salir a votar. Un espacio que salió en 2014 gritando acabar con la vieja política, y ahora salen cabizbajos viendo que la nueva política se parece demasiado.
El resultado sería una posible reconfiguración del espectro de la izquierda, con Podemos volviendo a asumir el papel central.
¿Qué implica esto para el mapa político de la izquierda?
Para los votantes de izquierda, este es un momento de definiciones: Sumar queda señalado como un partido que, en su afán por proteger a sus figuras, habría traicionado sus ideales de igualdad y justicia social. Mientras que Podemos, con Montero como su rostro feminista, se presenta ante los ciudadanos como el verdadero defensor de estos valores. En la opinión pública, el silencio de Sumar frente a las acusaciones se convierte en un factor clave en el posible fortalecimiento de Podemos, que no ha dejado de alzar la voz en defensa de los derechos de las mujeres.
La situación plantea un escenario en el que Sumar podría encontrarse en un proceso de pérdida de apoyos mientras Podemos se beneficia en su rol de “guardián de los valores feministas”. Sin embargo, la polarización de las bases de izquierda puede también fragmentar el voto, generando un reacomodo de fuerzas y alianzas.
En última instancia, el desenlace de esta crisis dependerá de la capacidad de ambos partidos para gestionar su comunicación y su compromiso con los valores que proclaman. En un contexto donde el electorado es cada vez menos tolerante con los dobles discursos, el movimiento de Sumar y Podemos marcará la configuración del espacio político progresista en el corto y mediano plazo.